Adiós Sandrita, adiós... No puedo imaginar una despedida más amarga que la tuya. El dolor y la enfermedad nunca son buenos compañeros para dejar este mundo. Pero te tocó a ti, igual que me podía haber tocado a mí... igual que le tocó a Anna... La lotería de la vida... da asco.
Te perdí la pista hace algunos años. Entonces eras de esas personas de bondad suprema, incuestionable, clara como tus ojos. Además esa sonrisa, un poco tímida y un poco pilla... siempre expresiva. Espero que los que te hayan acompañado durante estos años hayan podido disfutar de muchas sonrisas de aquellas...
Lo único que se me ocurre para acabar son todo tópicos y no quiero dejar de pensar en ti como una persona más. No lo eras, y los que te conocieron mejor que yo, lo saben. Los que nos quedamos aquí, no tenemos más remedio que seguir adelante y exprimir esta escasa vida que cada día es más corta.
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