11.3.06

Fraude, el último artilugio de Orson Welles


En 1973 uno de los grandes prestidigitadores del séptimo arte, Orson Welles, hizo aparecer de su chistera una suerte de documental que escrutaba la frontera entre realidad y ficción, o lo que es lo mismo, verdad y mentira. En Fraude (F for Fake), el director de Ciudadano Kane (Citizen Kane, 1941) se regocija al presentarnos la historia de Elmyr d’Hory, uno de los mayores falsificadores de pinturas del siglo XX, y de su biógrafo, Clifford Irving. Resulta que este último, a parte de ser escritor, también era aficionado a dar gato por liebre, ya que publicó una biografía del magnate Howard Huges de dudosa verosimilitud. A parte de estos personajes principales, aparecen otros secundarios que ayudan a espesar i matizar una trama ya de por si bastante compleja.
Por si fuera poco, al final del metraje Welles se permite la licencia de citarse a sí mismo como timador, pues no se debe olvidar que saltó a la fama en 1938 con una radiodrama basado en la novela de H.G.Wells La guerra de los mundos. La producción suscitó el pánico entre la población, que llegó al punto de abandonar las grandes ciudades norteamericanas.
Pero a parte de la historia, quizá lo más interesante de Fraude sea su forma. Ejemplo palmario del arte y ensayo, Welles se recrea hasta lo hiperbólico en el montaje cinematográfico -que aprendan los que hablan de ritmo- como elemento constituyente del film. De hecho, el propio director aparece en más de una ocasión en la sala de montaje, presentada aquí como un espacio fímico más. Es por este binomio espacio/tiempo fílmico, que resulta interesante la profunda reflexión de Welles, pues el cine no es más que una ilusión generada a partir del fenómeno de la persistencia retiniana, otro fraude, si se le quiere llamar así.
Tenemos pues en el que fue el último artilugio de Orson Welles una verdadera caja de sorpresas que para saborearlas del todo merecen sin duda más de un visionado. Se trata de un divertimento, una boutade o un juego de espejos como el final de Ciudadano Kane o La dama de Shangai (The Lady From Shangai, 1947) a modo de despedida y cierre del que fue uno de los mayores genios artísticos del siglo pasado.
*Artículo escrito para Supercamaracomics.

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